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Juan J. Bustamante: "No le puedes meter floro a los jóvenes"

Publicado: 2009-10-08

Es un típico sábado de octubre en Miraflores, quizás perturbado porque la gente está pendiente del partido de fútbol de la selección y todos los locales con televisor ven abarrotadas sus entradas por personas que quieren gritar algún agónico gol. Sin embargo, llego a esta quinta miraflorina y lo único que se empieza a percibir es paz. “Por favor, ¿se encuentra el señor Juan José?”, digo. Al instante, y sin darme respuesta alguna, se abre la puerta eléctrica de la quinta como quien invita a pasar adelante a alguien. Juan José Bustamante es director del Instituto Peruano de Estudios Budistas y docente del Centro de Estudios Orientales de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), además de ser uno de los más respetados representantes de esta práctica oriental en nuestro país. Sigo hasta el final de la quinta y antes de entrar a su casa, que utiliza como local principal de su Instituto, ya se empieza a percibir el aroma de un fino incienso y el rítmico sonido que produce una pequeña pileta eléctrica que tiene en su sala. “Adelante, espera un momento en la salita de estar. Estoy en medio de una sesión”, indica mientras saca un juego de llaves. Todos los sábados, Juan José da sesiones de meditación y teoría budista a las personas que se acercan a su casa o que lo contactan a través de Internet. Sí, Internet. La salita de estar, al igual que toda la casa, está pintada de blanco y llena de cuadros, cerámicos y figuras ornamentales referentes a Buda. Libros sobre el Tíbet, también. Diez minutos después, paso a la sala principal.

¿Cómo se inició en el budismo?

Yo estaba en la universidad y tenía las inseguridades propias de un adolescente. Eso me llevó a interesarme en las artes marciales, así que empecé a practicar karate. El karate es una disciplina oriental muy fuerte, pero tenía la necesidad de una mayor flexibilidad, cosa que lograría cuando encontré el yoga. El yoga cambió mi manera de ver el mundo, porque empecé no solo a practicar, sino a estudiar, a leer, a informarme. El yoga es una disciplina mental, hay una parte física, pero básicamente es mental. Y me di cuenta de la importancia de la mente. Eso me llevó a descubrir el budismo, que es la manera cómo uno podría manejar sus sufrimientos, sus ansiedades, sus angustias, para liberarse de ellas y encontrar una satisfacción más plena, es decir, una plenitud.

¿En qué momento de su vida se encontraba?

Yo estudiaba Administración y Economía en la Universidad del Pacífico. Esa es mi profesión, solo que ahora no la ejerzo, ya que me dedico a enseñar meditación y budismo. Tuve la suerte de encontrar a un maestro que en ese momento era Decano de Letras de la Universidad Católica. Entonces, estudié con él, practique con él, aprendí a meditar y cambió mi vida, mi manera de ver las cosas. Después trabajé muchos años en una oficina, pero seguía practicando y hasta que llegó el momento en que no me satisfacía el trabajo. Renuncié y me sentí muy contento de hacerlo, muy libre. Pero, como uno no puede vivir así, conseguí una beca, la cual me permitió ahorrar dinero para poder irme a Oriente. La beca era para hacer una Maestría. La concluí, pero después me fui a vivir un par de años por allá. Allí tuve otros maestros y aprendí más, practiqué más y regresé a Lima para trabajar un poco. Me pidieron que enseñe y, aunque al principio lo hice como una actividad secundaria, vi que era muy útil para la gente el poder manejar sus tensiones, sus traumas, sus penas, sus depresiones. Me pareció importante que la gente aprendiera a calmar su mente, a manejar sus emociones, a entenderse, a encontrar un sentido a la vida. Por eso, poco a poco, fui dedicándome más a la enseñanza. Ahora me dedico completamente a enseñar, ya sea en la Universidad Católica o en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

¿Hubo alguna persona que influyó en su ingreso al budismo?

Yo diría que fue simultáneo, porque cuando conocí a alguien, fue justamente a este maestro. Me di cuenta que había detrás toda una sabiduría interesante. Toda una profundidad que yo ni sospechaba. Yo tenía una formación occidental, dirigida a tener una empresa, a tener éxito como empresario. Pero entendí que había más en la vida. Yo conozco muchos empresarios con mucho éxito pero que fracasan en la empresa de su vida, en sus relaciones, en sus matrimonios, en su angustia, en su enfermedad. La imagen de la persona que guía puede ser importante.

Muchas personas que practican el budismo, suelen decir que no es una religión. Para usted, ¿es una doctrina, una religión, un estilo de vida?

Todo eso. No podemos negar que en Asia hay millones de personas que lo ven como una religión. Obviamente, hay budistas que, como un cristiano que no practica su cristianismo, pero a la hora de un temblor suele gritar “Dios mío, ayúdame”, tienen su altar y ponen sus ofrendas y eso es todo. Debemos tener en cuenta que la palabra religión tiene varias acepciones y 3 etimologías: una es religare, que significa reunir, unir lo que estaba disperso, y posiblemente esa es la idea que tenemos: “unirnos a Dios”, pero como en el budismo no se plantea la idea de Dios, no hay con quien unirse, si no es con uno mismo; la segunda acepción es releguere, que significa releer, relectura. Entonces, uno vuelve a mirar la realidad a ver si era como parecía. A ver si las apariencias corresponden. De esta manera, cuestionar la realidad es una religión, es otra manera y por supuesto una religión tiene tres componentes: una doctrina, una ética y un culto o adoración. Yo creo que en el budismo hay una doctrina, una ética orientada a la manera de conducirse y hay una práctica, que no es cultual (de adoración a un personaje). El Buda es un símbolo que puede provocar inspiración, más que ser considerado como Dios. Buda no es Dios. La idea es que hay tantas religiones como personas hay, y cada persona tiene su objetivo, su personalidad. SI alguno quiere verlo como religión, entonces adelante.

Sin embargo, en una religión suele haber el enfrentamiento entre el bien y el mal. Un budista, ¿cómo entiende el concepto de “mal”?

Para comenzar, cuando uno estudia las religiones, uno se da cuenta que hay un aspecto popular y otro aspecto más culto, informado. Este aspecto más informado siempre es más pequeño y tienen acceso a fuentes, a textos, a los libros básicos de las religiones. Es posible conocer más a fondo. Una cosa que uno encuentra en todas las religiones, es que la religión intenta que salgas de la visión dualista, entre el bien y el mal, e ir más allá de eso. Por ejemplo, pienso que mucho de lo que conocemos como cristianismo, se basa en aspectos populares. No hemos entendido bien la doctrina como tal. El pecado es una noción heredada del judaísmo y es interesante porque implica que quien peca, no “da en el blanco”. ¿Cuál es el blanco? Es lo superior, lo trascendente, lo divino, Dios. Entonces, si Dios no está en tu pensamiento y estás pensando más bien en la fiesta, en la chica o chica, o la diversión, o el estudio, o la preocupación del examen, está bien, pero detrás de todo está lo trascendente. Algún día dejarás de ser estudiante, algún día tendrás que enfrentarte contigo mismo y resolver tus dudas existenciales. Debemos salir de esa visión del bien y el mal, salir más allá. Llegar a la visión “no dual”.

¿Eso diferencia al budismo del cristianismo?

El budismo y todas las otras religiones, incluyendo al cristianismo, tratan de ir más allá del bien y del mal. En el cristianismo, hay una práctica que implica esta visión no dual que no es muy conocida, lo cual es una pena. Habría que investigar la mística cristiana. Yo, ni en el colegio ni en la universidad, me enteré que existía una mística. Felizmente, pude descubrirla. Tampoco se trata de esa común definición de la palabra mística. Incluso en los partidos de futbol, se habla de la mística, lo cual es un uso un poco extraño de la palabra. Por el contrario, la mística trata de tener una relación directa y experimental con la verdad, con la trascendencia. No hay mal si tu trasciendes. Si vas más allá del mal, te encuentras con lo que es verdadero, lo que es en si mismo real. Eso del mal, es muy relativo, porque lo que hoy te puede parecer mal, mañana te puede parecer bien y viceversa. Todo depende de la opinión, del estado de ánimo, de la cultura. El mal también es cultural. Bush habla de la “liga del mal” y Bin Laden era financiado por Estados Unidos. Era un “freedom fighter” y ahora es lo que es.

Y en el Perú, ¿qué es lo culturalmente malo?

Posiblemente, una de las cosas que vaya mal es la educación. Todos tenemos derecho a auto-educarnos. Pero, por ejemplo, ¿cómo le va a un niño en un nido? El niño en un nido tiene problemas para relacionarse con sus amiguitos. Tiene conflictos. Cuando no se aprende la lección, se siente mal. Y a ese niño se le reprime, se le castiga, pero no se le enseña a manejar su malestar psicológico, su malestar existencial, su condición de niño indefenso ante un profesor abusivo. Entonces, la educación tendría que comenzar desde la familia. El padre y la madre deben enseñarles a sus hijos a ser seres humanos completos, emocionalmente sanos. Conceptos como la inteligencia emocional recién se están manejando desde hace pocos años. El primer autor que habla de la inteligencia emocional es un autor budista, Daniel Goleman, un psicólogo con formación budista. Uno entiende la vida como es, las cosas como son, entonces tiende a respetar más la vida del otro. En consecuencia, se logra menor corrupción, menor abuso, menor discriminación, y todas las cosas malas que hay en el Perú podrían mejorar, porque estaríamos mejorando la causa. Solucionar la causa, antes que apagar el incendio. Si yo pongo un Tribunal a manejar la corrupción, igual seguirá el círculo vicioso. El Tribunal tendrá mucho trabajo, pero no estaremos resolviendo la causa. La causa es una cosa de largo aliento y de trabajo de hormiga. La situación es un poco difícil, porque incluso hay desnutrición en nuestro país, hasta 60 o 70% de desnutrición en algunas regiones. Eso causa retraso mental. En muchas regiones, y en muchos estratos de la sociedad, estamos creando una sociedad de retrasados mentales porque no hay una buena nutrición. Si no hay nutrición física, ni hablar de la nutrición afectiva, mental, de valores.

¿Cuál es la capacidad de los jóvenes para entender estos conceptos?

Yo creo que mayor. Primero, porque los viejos ya estamos arruinados y segundo, porque los jóvenes están mas afilados, acostumbrados a cuestionar, a pensar, a investigar. Tú no le puedes meter gato por liebre, no le puedes meter floro. De repente, lo puedes hacer, pero tarde o temprano, se darán cuenta de eso. Además, la idea es proponer que las personas no deben aprenderse un rollo, sino tener una experiencia trascendente. Olvidémonos de la palabra budismo, yo trato de no mencionarla, porque intento que la gente tenga la experiencia de enfrentarse con su angustia. Así se dan cuenta que no existe como tal. Que era una construcción, un relato. El sufrimiento es sólo un relato. La realidad, también lo es.

Y la revolución de la información actual, ¿cree que ha contribuido a impartir el conocimiento budista?

Sí. El problema es que hay demasiada información, de la cual vemos también mucha basura e información no correcta. Lo que podríamos tratar de hacer es crear una mente que tenga la capacidad de discriminar qué es valioso y qué no lo es. Y eso es por la experiencia. Información sin experiencia, sólo contribuye a crear otro rollo más.

Entonces, ¿la experiencia es fundamental para lograr el entendimiento de esta información?

Para todo. Yo les puedo hablar un buen rato de cómo es hacer el amor, pero si esa persona nunca lo ha hecho, no sabe de qué estoy hablando. No puedo pretender facilitar las cosas para que todas las personas hagan el amor, pero si puedo ayudar a que todas las personas hagan el amor consigo mismo (risas). Así se conocerán, se aceptarán, se querrán y vivirán consigo mismo.

Ya que habla del tema, ¿usted que opina del sexo?

El budismo no tiene nada contra el sexo. Es una experiencia humana intensa y valiosa. Una visión del mundo integradora, debe integrar al sexo, gozarlo y vivirlo plenamente. Pero no endiosarlo ni obsesionarse. Tampoco negarlo. Es como sentarse en sillón, es una acción. Cuando a mi me toca hacer el amor, lo hago. Después, me iré a almorzar. (risas) Es algo natural. Sucede que es atractivo, porque es una de las experiencias humanas más intensas y, por lo tanto, en algunas visiones religiosas se ha considerado peligrosa porque las personas pueden desequilibrar el concepto. Eso sucede cuando no hay una visión integradora del ser humano. Si tú niegas un aspecto y rechazas el sexo, estás dejando algo esencial afuera. No has entendido bien el mundo, no te has entendido bien. Debes aceptar que tienes impulsos sexuales, eso haría que el sexo se vea más naturalmente. Incluso, como una posibilidad de realizar la trascendencia. Yo creo que es fruto de una visión cultural.


Escrito por

Fernando Alayo Orbegozo

dos años en una facultad de arquitectura fueron suficiente tiempo para descubrir que lo mío está en el mundo de las letras. por cosas del destino (y un examen de orientación vocacional), decidí seguir la carrera de periodismo. no me puedo quejar. la otra mitad


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(cierra paréntesis)

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